Empieza a ser comúnmente aceptado aquello de que “el estrés mata”. La relación entre el estrés crónico y su influencia en la longevidad humana es un hecho casi irrefutable por diversas razones. Esta correlación ha sido ampliamente documentada en algunos trabajos.
Sin embargo, niveles de cortisol (hormona del estrés) elevados de forma crónica no sólo acortan la vida, sino que nos llevan a ella por un camino de transformación corporal muy específico: acumulación de grasa corporal en la zona media, con dificultad para eliminarla, tal y como muestran algunos estudios, tanto en hombres como en mujeres.
Hay quien dice que “la gordura es hermosura”. Desde el punto de vista estético y emocional, si solo fuera eso lo que ocurre con el estrés, hasta se podría entender. No obstante, aquellas personas que alegan no tener problemas emocionales por el aspecto físico (grasa abdominal) que el cortisol y otros desequilibrios nutricionales les están causando, no suelen afirmar “el cáncer de colon es disfrute en la mesa” o “los problemas de páncreas asociados a esa hermosura son motivos de felicidad”.
Estas son las relaciones que están documentadas entre la grasa abdominal y el mayor riesgo de cáncer de páncreas – uno de los más agresivos y que se ha llevado recientemente al genio Steve Jobs después de varios años de lucha – o entre la acumulación de grasa abdominal y el aumento del riesgo de sufrir cáncer de colon que también está relacionado la resistencia a la insulina, otra consecuencia de niveles altos de cortisol.
El estrés debería ser considerado un problema de salud pública, en la base de muchas de las enfermedades que son etiquetadas como pandemias. La buena noticia es que, entre otras medidas, las mal llamadas terapias alternativas (deberían ser consideradas complementarias, dejando así la absurda batalla de egos que vivimos actualmente) ofrecen respuestas. Incluso el propio ejercicio físico es conocido por su efecto favorable sobre la esperanza de vida.
En general, para revertir ese proceso acelerado de envejecimiento contamos con la modificación del estilo de vida, siendo el ejercicio un pilar fundamental para la longevidad y la nutrición otra herramienta absolutamente indispensable, ya sea con la restricción calóricaper se, o combinada con nutrición de alta calidad, tal y como apunta algún trabajo al respecto, el cuidado de la flora intestinal, o la utilización de diversos suplementos nutricionales (aminoácidos ramificados, vitaminas y otros micronutrientes, entre otros).
FUENTE: Francisco Carreño
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